viernes, 20 de marzo de 2009

Nuestros ojos no volverán a mirar como antes del '76












Gerardo Vallejo con "Pino" Solanas, el Gral. Juan D. Perón y Octavio Gettino, durante la realización de
"Perón, la revolución justicialista" (1971
).

Por Gerardo Vallejo

24 de marzo de 1976. En esta fecha se inaugura finalmente en la Argentina la destrucción de todos los sueños. Se legaliza, es legal desde el poder del Estado, someter, violar, humillar, la felicidad de un Pueblo y la grandeza de una Nación Justa, Libre y Soberana, que había resistido desde 1955 todos los intentos por destruirla. Pero nuevas juventudes reconstruirán los sueños; es la condición de ser jóvenes.

Recordar lo pasado, recuperar identidad y memoria, dejando testimonio de lo que se vivió, es deber de los que pudimos sobrevivir a tanta destrucción, y es nuestra única manera de proyectarnos al futuro. Aunque, como decía Germán Abdala, "nuestros ojos no volverán a mirar como antes del 1976".

La mirada interior, desde el alma, que guiaba la cámara de “El camino hacia la muerte del viejo reales” (1968/71), era el amor y la felicidad de compartir con una familia desamparada, humillada y ofendida, un destino común, y la certeza de que lo revolucionario era eso, que ellos fueran protagonistas de una película. Así es que hoy su testimonio sigue siendo inapelable. Perón lo había dicho: "estar junto al pueblo que nos ofrece su misteriosa creatividad y lo convierte a su vez en testigo inapelable".

Confirmando esto quiero contarles como surgió la primera secuencia de “El rigor del destino”, esa metáfora sobre el golpe militar del ‘76, en la que dos hombres persiguen, enlazan y encierran en una jaula los perros de un pueblo tucumano mientras en la banda de sonido se escucha el primer comunicado de la Junta Militar que legaliza el Terrorismo de Estado.

En 1983, al regreso de los ocho años de exilio, un domingo en la casa del flaco De Santis, único sobreviviente del Secretariado de la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) en su prefabricada de Lules me contaba sobre los asesinatos y desapariciones de los compañeros. En ese momento un gran alboroto en la calle nos descubrió a la perrera cazando con lazos los perros. El flaco que había pasado seis años en Sierra Chica, al ver esto me dijo: "Así se llevaban a la gente". Esa imagen quedó grabada en algún lugar y brotó al empezar el guión de la película.

Con lo que queda claro que yo en cine nunca inventé nada, todo estaba, existía en la realidad o en la memoria del pueblo, y mi tarea era ordenarlo, sintetizarlo y expresarlo. Creo que en todas mis películas se puede constatar esto, incluso en las que solo el pueblo tucumano aun guarda en su memoria y nadie más pudo ver porque fueron destruidas por ese mismo golpe militar, los “Testimonios de Tucumán”, una serie de 26 películas de 20 minutos cada una que producía la FOTIA y se pasaban en el Canal 10 de la Universidad de Tucumán.

Después de “El Viejo Reales”, terminada en 1971 en Roma iniciamos esta serie de Testimonios. Durante el ‘72, ‘73 y ‘74, realizamos este trabajo con el Negro Delgado y Raúl Zelarrayán (dirigente de FOTIA) en la Producción. Fueron las mejores películas que realicé en mi vida. Se paralizaba todo Tucumán cada viernes a la noche en que se emitían y luego eran el tema de discusión y análisis en todas las escuelas, los lugares de trabajo, etc.

En la madrugada del 23 de diciembre de 1974 una bomba estalló en el frente de la casa de mis padres. El futuro golpe de estado ya no admitía esas imágenes ni su repercusión.

La primera etapa del exilio fue en Panamá y el trabajo junto al Gral. Omar Torrijos, con los documentales “Ligar el alfabeto a la tierra”; “Bayano Prioridad Uno”; “Unidos o dominados” y “Compadre vamos pa´lante” (con Torrijos de protagonista). Allí estaba cuando aquí se produce el golpe maldito.

El día anterior la Radio había anunciado el asesinato de Atilio Santillán, Secretario General de FOTIA. Recuerdo en especial ese día en que mi alma se derrumbó por un abismo y encerrado en mi dormitorio lloré hasta la noche.

Al día siguiente, el golpe...

Después los seis años en España y finalmente el ansiado retorno. Como siempre fueron los trabajadores organizados los que permitieron nuevo testimonios: “La dignidad que conquistamos”, con la Marcha Blanca de CTERA; “Los astronautas del Socavon”; “Los caminos del rio”; “Asi tambien los matan”, con ATE. El homenaje a la militancia que fue “El rigor del destino” y el intento de recuperar identidad y memoria de “Con el alma”.

Germán Abdala no se equivocó al decir que nuestros ojos no volverían a mirar como antes de 1976, no. Nunca más la ingenuidad y la inocencia, la carga de dolor nos cambió la mirada, pero desde el más profundo dolor de todo un Pueblo volveremos, empecinadamente, volveremos...

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