Hace ya más de un año, el 8 de marzo de 2007, se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un Proyecto de Resolución (Nro. de Exp. 0353-D-2007) para declarar de interés “ (…) la produccion cinematografica del cineasta Gerardo Vallejo (…) por su profundo e insoslayable aporte a la cultura nacional, y como homenaje a un artista recientemente fallecido que supo amalgamar en su producción cinematográfica, belleza visual, reafirmación de nuestra identidad y un estrecho y solidario compromiso para con aquellos sectores sociales históricamente postergados de nuestra patria”.
En los fundamentos del mismo se recuerda la trayectoria de este singular patriota que fue Gerardo Vallejo.
Señor presidente:
La noticia sobre el fallecimiento de Gerardo Vallejo, el pasado 6 de febrero, en la ciudad de Buenos Aires, nos habla de una significativa pérdida para todos aquellos argentinos y argentinas a los que nos preocupa la construcción de nuestra identidad, en tanto condición indispensable no sólo para garantizar el desarrollo con justicia y libertad de nuestro pueblo, sino también como herramienta para profundizar la unidad de nuestro continente latinoamericano.
Nacido en la ciudad de San Miguel de Tucumán, el 4 de enero de 1942, consagró su vida al cine, sin reservas, con gran coraje, compromiso social y honestidad intelectual.
Vallejo se formó en la Escuela de Cine Documental que dirigió Fernando Birri, y ambos junto a nombres tales como los de Octavio Getino, Fernando "Pino" Solanas, Leonardo Favio y Raimundo Gleyzer se convirtieron en los más significativos referentes del cine social y político argentino que se produjo y cobró sentido en las décadas del sesenta y el setenta.
Sus primeros trabajos quedaron asociados a Fernando "Pino" Solanas y Octavio Getino, con quienes formó el Grupo Cine de Liberación (GCL). En el año 1968, fue el asistente de dirección de "La hora de los hornos", película que, como señala una crónica periodística, "fue saludada como la expresión cinematográfica de una resistencia política".
Juan José Hernández Arregui, el recordado autor de la "La formación de la Conciencia Nacional", en referencia a esa obra expresó: "es un documento trágico y una de las primeras manifestaciones de un cine nacional, popular y de masas, es propaganda en movimiento".
Poco después (1971) fue el camarógrafo de la ya mítica "Actualización Doctrinaria para la toma del poder". Este documental del GCL, estaba destinado a las jóvenes bases del movimiento peronista, para que estas pudieran elaborar y discutir a partir de las reflexiones de su máximo dirigente, el marco político y doctrinario que permitiera el retorno de las mayorías populares al poder en la Argentina. Este material fue prohibido por la dictadura. Pero a pesar de esto fue ampliamente exhibido en forma clandestina en sindicatos, casas de familia, subsuelos de iglesias, reuniones de militantes barriales y de agrupaciones estudiantiles.
Vallejo filma su primer documental "El camino hacia la muerte del Viejo Reales" en 1968. En él participaron trabajadores del Ingenio Santa Lucía, y debió ser terminado en Italia por las presiones ejercidas por la dictadura del general Alejandro Lanusse. El cineasta tucumano deja su sello al reflejar las míseras condiciones de vida del trabajador azucarero de su provincia.
Dice Vallejo respecto de esta película en una entrevista que se publicara en la revista "Canto Maestro" de la CTERA, y de la que trascribiremos varias de sus intervenciones. "La mirada interior, desde el alma, que guiaba la cámara de 'El camino hacia la muerte del viejo Reales', era el amor y la felicidad de compartir con una familia desamparada, humillada y ofendida, un destino común, y la certeza de que lo revolucionario era eso, que ellos fueran protagonistas de una película".
"Perón lo había dicho", agrega el tucumano, "...estar junto al pueblo que nos ofrece su misteriosa creatividad y lo convierte a su vez en testigo inapelable". Desde la pantalla el viejo Reales se hace cargo de aquellas palabras al decir en la primera escena del film con voz lenta y segura: "Yo me llamo Ramón Gerardo Reales, del pago de San José, a mí me dicen el Negro y yo tengo muchas cosas que contarles a mis amigos porque no puedo ocultar yo eso".
Este primer largometraje fue ampliamente elogiado: "El asesinato de un Viejo que no tenía un peso en el bolsillo (...) llega a convertirse en un film que tiene un significado político para todo un país, para todo el mundo, diría", manifestó el crítico italiano Callisto Cosulich.
"Es un experimento sociológico de gran importancia", apuntó L'Osservatore Romano.
Una vez más la dictadura intentaba acallar la voz de los artistas populares, el documental fue prohibido, pero no obstante, el fervor militante y las ansias de formación y el compromiso con el pueblo explotado hicieron circular copias clandestinas, hasta que en 1973 un decreto del presidente Juan Domingo Perón instruye la recuperación del original para los argentinos.
Entre 1972 y 1974 desarrolló una serie de 24 cortometrajes, producidos por la Universidad Nacional de Tucumán y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA), titulados "Testimonios de Tucumán".
Sobre ellos diría Vallejo, " ... fueron las mejores películas que realicé". Estos documentales se difundieron por la televisión local, obteniendo una fuerte repercusión. "Se paralizaba todo Tucumán cada viernes a la noche en que se emitían y luego eran tema de discusión y análisis en todas las escuelas y los lugares de trabajo".
Hoy los argentinos no podemos acceder a esos documentos reveladores. Los originales y sus copias fueron destruidos por la dictadura militar.
El 23 de diciembre de 1974 una bomba estalló en el frente de la casa de sus padres. El atentado, con mucho aroma a triple A, tenía como objetivo impedir que se produjeran y difundieran, con éxito popular para colmo, este tipo de materiales.
La permanencia de Vallejo en Tucumán se vuelve insostenible y decide abandonar el país. Primero estuvo en el Panamá de Omar Torrijos donde filmó los documentales; "Ligar el Alfabeto a la tierra", "Bayano Prioridad uno", "Unidos o Dominados" y "Compadre vamos pa´ lante", protagonizada por el mismo General Torrijos.
Fue durante su exilio en este país centroamericano donde lo sorprende el golpe militar en la Argentina y la noticia del asesinato de Atilio Santillán, secretario General de la FOTIA. Vallejo el cineasta y militante popular de honda sensibilidad, recordaría que frente a la noticia de la muerte de su amigo y compañero, " ...mi alma se derrumbó por un abismo y encerrado en mi dormitorio lloré hasta la noche".
Posteriormente partió hacia España, donde filmó "Reflexiones de un salvaje" (1978) y escribió el libro "Un camino hacia el cine". Allí, además, fundó la Escuela de Cine de Madrid y produjo documentales para Televisión Española.
A su regreso al país, con la recuperación de la vida democrática, Vallejo realiza su tercer largometraje, "El rigor del destino" (1985), protagonizado por Carlos Carella. Dice Vallejo: "La primera secuencia de esa película, es una metáfora sobre el golpe militar del 76, en la que dos hombres persiguen, enlazan y encierran en una jaula los perros de un pueblo tucumano mientras en la banda de sonido se escucha el primer comunicado de la Junta Militar que legaliza el Terrorismo de Estado".
Diez años más tarde retorna "Con el alma", película que contó con la actuación de Alfredo Alcón y Lito Cruz. Su trabajo como documentalista de alma y ojos preparados para capturar la realidad y devolverla convertida en testimonio no cesa. Así lo demuestran títulos como: "La dignidad que conquistamos", inspirada en la Marcha Blanca de CTERA; "Los astronautas del Socavón"; "Los caminos del río" y "Así también nos matan".
El año pasado, Vallejo nos dejó su obra "Martín Fierro, el ave solitaria", un viejo sueño que comenzó a tomar forma durante su exilio madrileño.
En vida, Vallejo fue reconocido por Leonardo Favio al dedicarle, entre otros, su trabajo "Perón, sinfonía de un sentimiento". En su despedida, otro amigo y compañero, Fernando "Pino" Solanas lo recordó como "uno de los grandes compañeros y hermanos de aquel cine de resistencia y combate" y como "un tipo muy generoso, de enorme sensibilidad con la gente y un extraordinario documentalista que se ligó al cine social de la identidad nacional profunda".
Vallejo, miraba la realidad y la reflejaba maravillosamente en sus trabajos, por eso no solamente nos ha legado poesía fílmica, dura y comprometida. Nos ha dejado también testimonios centrales que nos sirven a todos para no olvidar, para mantener viva la memoria.
Para decirlo en sus propias palabras; "... yo en cine nunca inventé nada, todo estaba, existía en la realidad o en la memoria del pueblo, y mi tarea era ordenarlo, sintetizarlo y expresarlo".
Y vaya si lo hizo.
jueves, 19 de marzo de 2009
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