por Taller de Historia Desde Abajo (*)
En la década del ‘30, producto de un importante proceso de concentración, existía una fuerte diferenciación interna en la burguesía industrial Argentina. El sector más concentrado correspondía a las empresas extranjeras o vinculadas al capital extranjero que, a fines de la década, controlaba el 57.6% de la producción.
El 42.6 % restante es producido por el 98.6% de los establecimientos que son en su casi totalidad establecimientos semifabriles o pequeñas fábricas.
Este proceso de gran diferenciación dentro de la industria ha producido un nuevo actor social: la burguesía industrial pequeña o mediana que poseía un importante potencial industrial a pesar de lo cual su debilidad frente a la otra fracción burguesa era indiscutible. Esto se evidencia en la falta de canales, tanto políticos como corporativos, para la defensa y representación de sus intereses.
Obligada por su debilidad esta pequeña y mediana burguesía industrial se ve obligada a buscar alianzas. A partir del 4 de junio de 1943 comienza a efectivizar su alianza con un sector del ejército, alejado de los sectores tradicionales del arma; perteneciente a las armas de Ingeniería e Infantería y que está al frente de las empresas siderúrgicas estatales fundadas en esos años (Acindar en 1942; Santa Rosa en 1943; Altos Hornos Zapla en 1945; Somisa en 1947) .
Este sector militar tuvo como núcleo impulsor al Grupo de Oficiales Unidos (GOU) de quién el coronel Juan Domingo Perón fue uno de sus líderes. La base de esta alianza es el desarrollo del mercado interno de bienes de consumo.
De la confluencia de estos sectores con las expresiones mayoritarias de la clase obrera se conformará lo que hemos llamado el peronismo original. Para que esta alianza, que toma el nombre político de peronismo, se concrete es decisiva la participación de la clase obrera.
La primer pregunta y fundamental para avanzar en la comprensión de medio siglo de historia Argentina es: ¿qué ganaba la clase obrera con su participación en el peronismo?
La segunda no menos importante pues completa a la primera es: ¿en qué condiciones participó la clase obrera en la alianza peronista?
Estas dos preguntas son los ejes para avanzar en la comprensión del período 1945 - 1975 y son las que orientan nuestra investigación.
La base objetiva para que la clase obrera participe de la alianza peronista está dada por la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión entre 1943 y 1945 .
El movimiento obrero ve logradas en ese período reivindicaciones que tienen décadas de postergaciones y otras que nunca habían figurado en sus objetivos desde su constitución a fines del siglo XIX.
Lo señala con claridad Aníbal Villaflor, dirigente sindical portuario y militante de la Unión Sindical Argentina (USA) en la década del ‘30, e integrante de la Comisión de Enlace Intersindical que organizó las movilizaciones del 17 de octubre: “ Perón en dos años había dado al obrero todo por lo que veníamos peleando y perdiendo desde muy atrás, (...) era muy difícil no ser peronista. Además de lo conseguido, era el respeto que empezaba a haber con el trabajador lo que a mucha gente la cambió (....) los días pagos por enfermedad, vacaciones pagas, después vino el aguinaldo,...para mí lo principal era que se terminaba el miedo de discutirle a los patrones", (se refiere a la formación de los tribunales del trabajo) “(...) los tribunales para ir a pleitear con los patrones, eso a la gente la agrandaba, le daba orgullo y eso no se quita así nomás.”
El movimiento obrero venía buscando opciones políticas para la defensa de sus intereses que no se agotaban en la defensa del Secretario de Trabajo y Previsión.
Lo dice Luis Gay, miembro de la USA, dirigente del gremio telefónico desde 1928, secretario General de la CGT y presidente del Partido Laborista en 1945: “Nosotros buscamos un acercamiento con los radicales y los socialistas, para entendernos en una acción común . Pero ellos solo querían que les diéramos nuestros votos. Nosotros pretendíamos algo más: pretendíamos tener representación en la gestión de la política social que debía continuarse en el futuro gobierno constitucional. No tuvimos éxito.”
Las conversaciones con radicales sabattinistas formaron parte de esta búsqueda. Con su fracaso, el radicalismo perdió la oportunidad histórica de demostrar que era algo más que un apéndice subordinado de la oligarquía.
Esa pretensión de “algo más” se expresó no solo en la firme oposición a que el gobierno fuera a la Corte Suprema,(la que se había negado a tomar juramento a los jueces laborales para no legalizar a la justicia laboral recién instituida). Se tradujo en la formación del Partido Laborista por parte de los principales organizadores del 17 de octubre.
Las alianzas que los sectores mayoritarios y más activos del movimiento obrero buscan con otras fracciones sociales y políticas tienen como objetivo romper la proscripción social y política de la clase obrera. Para esto la estrategia consiste en el reclamo de igualdad al Estado, en otras palabras: la mayor democratización posible del sistema institucional ante la etapa electoral que se abría, gracias a una burguesía dividida.
Se habían fracturado también los cuadros militares que llevaron a cabo la política del gobierno desde el 4 de junio del '43; Perón es obligado a renunciar a sus cargos de vicepresidente, ministro de guerra y secretario de trabajo y previsión.
Quienes definen la relación a favor de la alianza peronista en contra de la denominada Unión Democrática son los trabajadores. Interesa señalar por boca de sus protagonistas este origen decisivamente obrero del peronismo.
Decía Luis Gay el 17 de octubre de 1945: “la clase trabajadora no vive ajena (...) a las maquinaciones de la oligarquía que pretende retomar la dirección del país sin otra finalidad que retomar sus privilegios. El aspecto político que tiene este movimiento sin desnaturalizar el sentido eminentemente proletario y anticapitalista que tiene, es la mejor demostración para propios y extraños de que las organizaciones sindicales(...)han fijado principios inequívocos en cuanto a la realización de la justicia social.” (Diario La Epoca)
Angel Perelman fundador de la Unión Obrera Metalúrgica en 1943 y su primer secretario dice en sus memorias: “En lo que se llamó peronismo desde octubre de 1945 intervinieron clases sociales distintas con sus propios intereses y contradicciones(...) El Frente del 45 pudo constituirse gracias a que los trabajadores salimos a la calle el 17 de octubre”.
Desde sectores marxistas aparece una clara visión acerca de la participación de la clase obrera en la alianza peronista.
El periódico Frente Obrero, en su nº 2 de octubre de 1945 analizaba el momento: “Los acontecimientos de los días 17 y 18 de octubre han dejado perplejos y confundidos a los stalinistas, a los socialistas y en general a toda la pequeña burguesía.
(...) La ofensiva oligárquico-imperialista que había logrado movilizar a grandes sectores de la pequeña burguesía acomodada, estudiantes y profesionales se hizo sentir en el seno mismo de la oficialidad, que hasta entonces había apoyado al Coronel. La estrategia peroniana de organizar a la clase obrera para apuntalar su política nacionalista parecía haber fracasado. La oficialidad de Campo de Mayo,(...) exigió la renuncia de Perón y sus más inmediatos colaboradores y ofreció a la oligarquía algunos ministerios.
(...) La clase obrera interpretó estos acontecimientos políticos como el preludio de un inminente ataque a sus condiciones de vida: a pesar de las promesas oficiales de conservar y aún acrecentar la conquistas obreras empezó a agitarse (...) y salió a la calle parta impedir que se estabilizara un cambio político que conducía inevitablemente al poder de la burguesía agropecuaria (...)”.
Refiriéndose a la prensa socialista y comunista dice “...comparan la huelga a favor de Perón con las movilizaciones populares de Hitler y Mussolini,(...) Identificar el nacionalismo de un país semicolonial con el de un país imperialista es una verdadera ‘proeza’ teórica que no merece siquiera ser tratada seriamente; señalemos sin embargo una diferencia: los facistas utilizaban las tropas de asalto, compuestas en su mayoría por estudiantes, en contra del movimiento obrero.
(...) La verdad es que Perón, al igual que Yrigoyen, da una expresión débil, inestable y en el fondo traicionera, pero expresión al fin, a los intereses nacionales del pueblo argentino.
(...) Al gritar ¡Viva Perón! el proletariado expresa su repudio a los partidos seudo-obreros cuyos principales esfuerzos en los últimos años estuvieron orientados en el sentido de empujar al país a la carnicería imperialista.
(...) Ve que los más abiertos y declarados enemigos del Coronel lo constituyen la cáfila de explotadores que quieren enriquecerse vendiéndole al imperialismo anglo-yanqui junto con la carne de sus novillos la sangre del pueblo argentino.
(...) Sólo un cretino sin remedio puede creer que el proletariado se deje engañar totalmente con las promesas de Perón o se deslumbre con los adornos de su gorra militar. Solo quién desconoce en absoluto la situación del proletariado en la sociedad capitalista puede pretender que un movimiento que surge desde lo profundo de las capas más explotadas tenga desde el principio una expresión de clase correcta.
(...) Tomemos un solo ejemplo: la revolución de 1905 en Rusia fué encabezada en sus primeras etapas por un cura, el pope Gapón: pocos meses después el mismo proletariado que había marchado detrás de los íconos entonando los cánticos religiosos designaba a León Trosky presidente del soviet de San Petersburgo. De nosotros depende que el proletariado argentino que marchó el 17 y 18 de octubre entonando el Himno Nacional y la Marcha de San Lorenzo y aclamando a un miembro de la clase explotadora encuentre las consignas que corresponden al contenido revolucionario de su lucha.
(...) Por otra parte, la clase obrera le ha dado a los acontecimientos señalados el sentido de un verdadero triunfo suyo.
Por primera vez en muchos años ha salido a la calle y ha influido de manera importante en el curso del país. Casi todos los obreros se dan cuenta de ello; los más atrasados magnifican las proporciones de su victoria y las ventajas que obtendrán. Los más concientes la interpretan como un simple episodio, el primero de una larga lucha...”
Angel Borlenghi, dirigente sindical y futuro ministro del interior, declaraba que la huelga llamada para el 18 de octubre era “la lucha sin cuartel que hemos entablado todos los trabajadores del país con el objeto que no sean olvidadas en ningún momento, no sólo las conquistas sociales y las mejoras obtenidas por los distintos gremios, sino también la más firme expresión de nuestra profunda voluntad de que el gobierno de nuestro país no sea entregado en ningún momento a la Corte Suprema ni tampoco a la oligarquía”. (Diario La Época 17/10/45)
El Partido Laborista es el instrumento político construido por los dirigentes obreros para garantizar frente al Estado la defensa de las conquistas obtenidas.
Esto lo explican sus protagonistas:
“En ese momento no existía partido político alguno capaz de interpretar con fidelidad los genuinos sentimientos masivos del pueblo argentino, que habían desarrollado a través de la obra realizada por el coronel Perón en la S.T.P.". (Luis Monzalvo, dirigente sindical protagonista del 17 de octubre y de la fundación del Partido Laborista)
“Nos juntamos los sindicalistas (también se arrimaron algunos que nunca habían estado) para que los políticos no borraran todo lo que habíamos conseguido”. (Aníbal Villaflor).
La formación del Partido Laborista expresa la voluntad de autonomía política por parte de las fracciones mayoritarias de la clase obrera, que impulsaron el 17 de octubre, respecto de otras fuerzas políticas y sociales con las que la coyuntura las había llevado a coincidir en la defensa de Perón.
Esta voluntad de autonomía implicaba para sus protagonistas la necesidad de participar en una alianza con fracciones de clase diferentes y con diferentes intereses aunque reivindicando sus especificas reivindicaciones económicas y políticas como movimiento obrero. La Junta Promotora estuvo constituida en su totalidad por hombres del movimiento obrero. También sus métodos fueron los del movimiento obrero: todos los candidatos del Partido fueron elegidos por asambleas.
El debate acerca de la autonomía e independencia de una clase social es un debate teórico y político que excede el marco de este resumen.
Podemos precisar, sin embargo, que la firme oposición a que el gobierno quede en manos de la Corte, visualizada como el instrumento institucional de las patronales, era el punto de acuerdo todos los sindicalistas.
Otro punto era la desconfianza, más que fundada, a los partidos que decían representar a los trabajadores, como el Socialista y Comunista, o a intereses populares como el radicalismo, aliados todos a la burguesía más poderosa.
¿Cuál es el grado de conciencia acerca de la autonomía de clase necesaria para la defensa de conquistas amenazadas por intereses opuestos, que están claramente identificados? ¿Hasta donde a la propuesta del Partido Laborista podemos ubicarla en una fase estrictamente política de esa voluntad de autonomía? Voluntad que no se logra solo con elementos subjetivos, sino por las posibilidades objetivas de alianzas en la coyuntura.
Esta es la cuestión central que va a definir el destino final del Partido Laborista y la forma políticamente subordinada en que, a pesar de su protagonismo decisivo, la clase obrera va a participar de la alianza peronista.
La voluntad de autonomía sindical aparece expresada con más claridad por los dirigentes obreros que la conciencia de la necesidad de una organización política que les confiera una plena independencia como clase. La aplicación de los métodos democráticos del movimiento obrero en la construcción del partido parecen haber sido la principal diferencia con Perón y las fracciones burguesas y pequeño burguesas que participan de la alianza peronista. La debilidad para defender al partido frente a la ofensiva para disolverlo demostraba que la voluntad de autonomía estrictamente política era débil. La conducción “estratégica” de la política quedaba en manos de Perón, esto privaba a los dirigentes obreros de argumentos políticos para defender la independencia de su Partido.
(*) El “Taller de Historia desde abajo” es un grupo independiente de investigación y debate, formado a principios de la década del 90 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires
El grupo que realizó este trabajo estuvo integrado por: María Angélica Bordolini, Yolanda Colom y Lucio Di Iorio. Eduardo Corbalán y Juan Romero, hicieron importantes aportes en el debate político y en la reconstrucción histórica. La coordinación estuvo a cargo de Rafael Cullen y el aporte metodológico lo realizó Viviana Civitillo. En la etapa de lectura y discusión teórica participó en sus inicios Alejandro Beer.
En octubre de 1998 el Taller realizó una serie de reuniones de debate tituladas “Las décadas de los 60 y los 70 vistas desde el fin de siglo”. A partir de ellas se conformó un taller de investigación que se propuso investigar los hechos del 20 de junio de 1973 en Ezeiza.
Lo cual, a su vez, los condujo al análisis de la relación entre la clase obrera y el peronismo a partir de 1945, y de las fracciones de clase que, en diferentes momentos, participaron de este movimiento político. El presente texto es parte de la síntesis elaborada en esta investigación.
1 comentario:
Estimados:
Mas que nada quiero enviar mis felicitaciones por este blog "historia desde abajo", sobre todo, porque plantea la necesidad de reelaborar nuestro pasado desde una perspectiva menos ideologista y centrada en la necesidad de redefinirlo superando las antinomias que tanto daño nos han hecho.
Leo con atención sus artículos y me parece excelente que se ponga sobre la mesa la discusion de estos temas políticos, y en particular, a través de quienes han sido protagonistas directos de la cuestión, ya que la historia que conocemos tiene profundos sesgos.
Nuestro país no fue hecho únicamente por Perón o Yrigoyen o los militares con sus golpes, detras de ello hubo un pueblo que se movilizó actuando o convalidando de hecho las acciones del poder; hay gente que creyó, se ilusionó y se jugó sinceramente por un futuro mejor; otros que actuaron ciegamente velados por los extremistos políticos.
El aporte de ustedes nos ayuda a ver con mayor claridad el rumbo que debe seguir nuestra sociedad.
Ojalá que esta comunidad pensante crezca y ayude a que nuestra sociedad adquiera nuevamente conciencia política y compromiso.
¡Hay que dejar que el pueblo hable!
Saludos
Jorge Besso
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