lunes, 8 de septiembre de 2008
San Lagente (2007)
Jorge Marziali - Epsa Music Argentina
Grabado y mezclado entre febrero y diciembre de 2006 en La Plata - Ingeniero de Grabación: Fernando Chalup - Mezclado por: Fernando Chalup y Jorge Marziali - Ingeniero de Masterización: Juan Pablo Chalup - Producción Artística: Javier Chalup y Jorge Marziali - Fotos: Jorge "Coco" Yánez - Diseño Gráfico: Ulises Barbosa
Artistas invitados: Juan Quintero, Alberto Suárez, Juan Falú, Juan Palomino, Alfredo Abalos, Pilín Massei y Tato Finocchi.
Por Manolo Giménez
“San Lagente” reúne homenajes, intimismos y refritos. Sin embargo, es una obra íntegra. Un disco para escuchar entero y con amigos. Como antes. Como en los años analógicos del vinilo, cuando la sociedad y la comunidad eran la misma cosa y no admitíamos las canciones sin poesía.
Precisamente, a Jorge Marziali esta cuestión de la personalidad saqueada de los argentinos le viene preocupando desde hace algún tiempo. No es algo deducible del contenido formal de sus canciones, que rara vez se detienen en lamentar las derrotas.
Por el contrario, la preocupación está implícita en su obstinada actitud poética por evitar la capitulación; en su insistencia por alcanzar, con trazos de historia y paisaje, la fórmula estética para revertir el resultado de una batalla que parece perdida.
Homenajes, decíamos. Perón, Borges, Jauretche, el Che y Discépolo conviven en “San Lagente” sin molestarse entre sí. Seguramente, porque a Marziali no le preocupan las competencias para establecer el gen argentino, ni las tensiones historiográficas emitidas en blanco y negro.
Las canciones recuperan serenamente el valor emblemático de estos hombres notables del pasado argentino, sin apelar a veneraciones ni sentencias; inspirándose menos en el ícono que en la herencia literaria, intelectual o política.
Dos canciones destacan en este andarivel. Una, “Cuando Perón era Cangallo”, donde se revisa con ritmo milonguero las incompatibilidades electivas del peronismo. Símbolos y tendencias que se entrecruzaron con fervor a lo largo de su historia, van deslizándose sobre una melodía, precisa y solidaria con las palabras, que –como en todo el disco– los arreglos musicales no desmerecen.
Interviene el actor Juan Palomino, de quien no se puede decir lo mismo.
La otra, “Así hablaba Don Jauretche”, construye una suerte de salmo del pensamiento nacional. Es la proeza del disco. Recuperando del olvido al poema “El Paso de los Libres”, pasa en limpio los argumentos y el estilo del creador de FORJA, para constituirse en una contundente apelación a la conciencia nacional autónoma de nuestro pueblo. La suave cadencia campera de la canción hace el resto.
Intimismos. Sin olvidar cómo andan la cosas, Marziali se detiene en los afectos. Le canta a la paternidad reflexiva, junto a su hijo Simón; también al amor maduro y al amor fugaz.
El paisaje interior, la bronca y la nostalgia se dosifican en composiciones que le permiten, por ejemplo, invitar amigos (Juan Falú y Alberto Suárez, entre otros); demostrar que está en un momento artístico inmejorable y darle varios pases de gol al arreglador musical Javier Chalup, que –insisto– cumple sobradamente con el mandato.
En cuanto a los refritos, “El niño de la estrella” le agrega bastante poco a la versión anterior. Pero “Los obreros de Morón”, en cambio, es una cúspide musical e interpretativa gracias al increíble Alfredo Abalos, quien le imprime a este clásico de la música popular un registro expresivo único.
La edición está sumamente cuidada. Una dato no menor, puesto que “San Lagente” puede ser uno de los objetos expuestos y compartidos de la casa. Es más, creo que está pensado para escucharse en las previas del asado; en las reuniones de aquellos que todavía se juntan a discutir las mejores estrategias para transformar la vida o en todas las pequeñas resistencias a una época signada por el narcisismo y los auriculares.
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